Siempre he sido una persona de olores. Recuerdo cómo huelen las personas, los lugares, las partes de la casa. Y eso que tengo rinitis. La primera vez que fui a Quito tenía alrededor de 4 años y llegué a la casa de mi tía. Olía a eucalipto, como muchas calles de la capital. Regresé a los 21 y apenas entré solo con aspirar recordé cosas que había olvidado. Recordé el olor a piso de madera, a té caliente, a bizcochos y sobre todo a eucalipto. Visualmente no recordaba nada, ni la mitad del mundo, ni el cuarto de mi tía, ni el patio. Nada. El olfato es el único sentido que tiene memoria y nos permite recordar. Las narices son poderosas.
Es por eso que la industria del olfato desarrolla cada vez más productos de limpieza que ayudan a ambientar los lugares que queramos: casas, oficinas, baños, etc y apunta también a transportarte con ese olor a otro lugar -playa, campo-. Sapolio es uno de estos productos y compartió en Ads of the World una de sus últimas publicidades. Está buena. Véanla. Solo basta un olor para viajar.
17.5.11
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